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jueves, 18 de octubre de 2012

¿HALLOWEEN O NOCHE DE DIFUNTOS?

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¿HALLOWEEN O NOCHE DE DIFUNTOS?

Alejandra seguía teniendo el corazón de luto, la reciente muerte de su madre la retrocedía en el tiempo no muy lejano en el que también su padre se había Ido.  
Recogió su largo y negro pelo en una coleta desmarañada, su flequillo bailaba a su compás, había decidido celebrar la noche de difuntos con una pequeña cena en su nueva casa y dejar que el tiempo deshiciera las tinieblas de su mente.    El gran comedor atestado de muebles y cuadros aun esperando su espació, le recordaban a cada momento su anterior vida.      
      La noche se presentaba algo fría pero apacible, el viento en el jardín removía suavemente los altos pinos cayendo sus débiles agujas en las escalinatas de piedra, rebuscó piñas caídas para encender la chimenea y tostar  castañas para sus amigos. En su repisa descansaban retratos de sus padres, junto a ellas había colocado cariñosamente una vela para cada uno, esa noche iba un poco dedicada a ellos.
Preparó la brasa con fuertes troncos y la dejó lista para más tarde, subió al segundo piso sumida en su tristeza con su copa de vino blanco lista para darse su baño de placer en aguas calientes y espumosas, necesitaba aquel pequeño lujo para relajar sus pensamientos, el viento golpeó fuertemente el jardín, gotas de lluvia fina intentaban entrar por la ventana, su corazón se excitaba a cada ruido, su templanza se había ido.
      Se coló en su albornoz suave y calzó sus zapatillas, bajó al comedor para poner la mesa y acabar de preparar su exquisita cena, la primera en muchos meses.  
Colocó algunas flores sobre el mantel rojo y pequeñas velas de colores, el repiqueteo de la lluvia la atormentaba, puso una canción de Charles Aznavour, la tatareó en francés como hacía con su madre y danzo algunos pasos suaves.  La enorme puerta de cristal retumbó en un solo movimiento, rebrincó ante el fuerte sonido, su hija regresaba para la cena con sus amigos, se extrañó al no ver ni oír a nadie.
La pesada reja del jardín gruñó despacio… estaba cerrada; las flores tambaleaban incesantes e indecisas, sintió que alguien la observaba, se giró de golpe tropezando con sus propios pies, un aire cálido  rozo su mejilla, sus manos crispadas aferraron aire. 
      Los dos grandes perros dormitaban impasibles en la entrada de la casa, no habían notado ni por un momento el movimiento de Alejandra, los observó asombrada, solo ella oía los ruidos invisibles, sintió un lamento entre las hierbas y salió despacio tiritando mientras la noche melancólica caía de golpe sobre su cabeza; sus pies casi descalzos permanecían clavados en la pastosa tierra, su negro y empapado flequillo caía sobre sus ojos entorpeciendo su mirada perdida, su corazón acelerado azotaba con insistencia su frágil pecho, sintió una mano sobre su hombro, fuerte y decidida.
El grito salió dispersado junto al relámpago llameante... una larga sombra se deslizó junto a ella fusionada a su cuerpo, giró en redondo sin pensar y de pronto…….. Apareció su hija alegre y divertida junto a sus amigos con ganas de pasarlo bien, llevaban demasiados meses sumidas en la pena. Enmudeció al ver a su madre tan asustada y en bata, la abrazo con amor y la besó dulcemente.
      Alejandra se disculpó y subió a cambiarse de ropa, a su alrededor sentía movimientos invisibles que la envolvían, las largas cortinas rojas se elevaban danzarinas al compás del fuerte viento, las altas ventanas estaban cerradas, las estrellas se escondieron asustadas.
      Bajó precipitadamente la larga escalera y trató de serenarse, sirvió unas copas de vino y alzo un brindis en al aire, entonces vio el cuadro de su madre apostado en un rincón, lo cogió con dulzura y lo colgó de la única alcayata que había en la pared, en un acto de sentimiento unió su mano con la de su hija y volvió a brindar.   
      La chimenea prendió de golpe y las velas de la repisa erigieron de una sola vez su brillante luz, los invitados gozosos seguían en sus conversaciones triviales sin reacción alguna. Las luces reflejadas en las lágrimas colgantes se mitigaron discretamente, las dos mujeres se acercaron despacio y se dibujaron, las fotografías estáticas, parecían sonreír, se miraron con complicidad y se abrazaron, por fin sus almas estaban en paz.









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