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martes, 7 de agosto de 2012

¿ FUÉ UNA ILUSIÓN ?

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FUE UNA ILUSIÓN…?


El día era lluvioso, el viento golpeaba las hojas desprendiéndolas de sus ramas, el sol asomaba a porciones entre las sombras.
Su vida cotidiana no era aburrida pero tampoco improvisada; estudios matinales, salidas a media tarde con los amigos, alguna fiesta el sábado por la noche.
Su cabeza siempre bullía en nuevas sensaciones, pero quedaban allí entre sus pensamientos mezclados en su pelo negro y rizado.
Aquella noche se acostó temprano, estaba agotado y no sabía por qué, el día había sido de lo más reposado, a media noche se despertó sin sobresaltos pero sintiendo la necesidad de salir de allí.
Aunque le daba pereza, el tiempo era frío y húmedo, colocó su abrigo sobre el pijama, no pensaba estar mucho tiempo fuera, se calzó sus botas de piel y caló un viejo sombrero que solo usaba cuando nadie le veía.
Salió a la calle, la contempló un poco adormecido, la noche serena como si el frío y la lluvia hubieran hecho una pausa, sintió una agradable sensación de bienestar, las calles impregnadas de un negro brillante parecían conducir al infinito, casas silenciosas y árboles contemplaban estáticos la ciudad dormida, el cielo centelleaba mezclado de estrellas chispeantes.
Caminó sin rumbo respirando bocanadas de aire fresco que le despejaban el ánimo,  cruzó el parque con paso relajado, sin prisa, saboreando el aroma que había dejado la lluvia y sin darse casi cuenta la vio, allí estaba, una visión o un sueño, no importaba, era bonita, muy bonita, delicada como una flor se mecía entre la  hierba.
Su dulce voz le llamó, se acerco con miedo, incrédulo, ella le tendió la mano, se entrelazaron sus dedos como telarañas de colores, sus labios se rozaron en tímida pasión, salieron corriendo hacia la profundidad del parque.
Entraron en un haz de luz donde la música sonaba con viveza, los colores volaban entre los rincones, el aire respiraba alegría, placidez, felicidad, pequeñas mesas repartidas por doquier ofrecían deliciosas golosinas, frescos zumos de frutos tropicales eran saboreados por todos, el ambiente era plácido e invitaba a olvidar el mundo y se sentía feliz, danzaban entrelazados al son de la melodía, el la contemplaba sin llegar a creerlo ¿Dónde estaba? ¿Quién era ella? Aquella no era su ciudad y la chica, jamás antes la había visto, desprendía una luz y un aroma especial, su piel suave como la brisa le atraía, su cuerpo frágil y decidido le provocaba, sus ojos le paralizaban.
Por un instante pensó que si cerraba los ojos toda aquella gente se esfumaría como humo de una hoguera, deseaba que el mundo descansara de sus vueltas interminables quedando solos en el universo como satélites danzarines en una estelada de suaves compases.
Abrió sus negros ojos y se estremeció como una hoja palpitante, todo a su alrededor era un decorado de festividad resplandeciente, su deseo cumplido giraba en torno a el, ella seguía vibrando a su alrededor, danzaba como llevada por un soplo suave de aire mirándole fijamente, el, la seguía en medio de una nube de anhelos adentrándose en su pelo con manos sigilosas y labios anhelantes en  besar esa divinidad que le ofrecía un mundo irreal  tantas veces imaginado.
Acarició su largo cabello, sus dedos se deslizaron con timidez sobre sus mejillas, la noche transcurría suavemente, sin prisas, envuelta en la magia del amor inesperado.
La primera tenue luz del alba fue despertando poco a poco, el decorado cobraba vida lánguidamente, la gente se movía alegre y festiva ajena a ellos, fueron saliendo del recinto lentamente sin mirar atrás, dejando a sus espaldas el haz de luz que flotaba suavemente entre los árboles volviendo al punto donde se unieron, caminaba ingrávido envuelto en su mano, su alma flotaba, cerraba los ojos saboreando todos sus sentidos, su miraba le turbaba , volvió  a abrirlos al sentirse ligero como la lluvia olvidada, se estremeció de nuevo, sus ojos se nublaron como en una noche oscura, el frío apareció de un salto, la humedad caló sus huesos hasta el infinito y su corazón, su corazón se paró en seco, ella no estaba allí, había desaparecido, sus manos estaban vacías, tan vacías que se echó a llorar.
Siguió andando hacia su casa triste y confuso, se descolgó de su abrigo y sus botas, el sombrero rodó sin vida  por el frío suelo de su alcoba, se deslizo dentro de su cama temblando de frío y rabia, poco a poco fue quedándose dormido sollozando como un niño .
El estridente despertador le sobresaltó impertinente, se levantó rápidamente de su letargo, era tarde, había tenido un sueño maravilloso, parecía tan real que le deprimió profundamente.
Salió hacia la universidad como cada mañana con el animo envuelto en su bufanda, su mente agitada no descansaba ni en las pausas, las paginas del libro le crispaban a cada vuelta como gritos encerrados, las voces de su entorno le martilleaban la cabeza, quería evadirse del mundo, desaparecer bajo el papel, el aire le asfixiaba y salió de aquella cárcel que le oprimía.
La claridad de la mañana le cegó los ojos de un manotazo, parpadeó varias veces sacudiendo tanta luz, sus manos sudaban como  lagrimas calientes, el oxigeno quedaba a mitad de camino, no podía ver, creer, andar, ella,  ella…estaba allí, frente a el, esperándole con su sonrisa sonrosada y calida, corrió hacia ella tropezando con su sombra, la cogió dulcemente.
No había sido un sueño.